Una red canina que se convirtió en disputa vecinal
En una ciudad con casi 50.000 perros registrados, la promesa de crear espacios dignos para el esparcimiento canino se ha transformado en un enfrentamiento entre las administraciones locales y las familias que mejor conocen las necesidades reales de sus compañeros de cuatro patas. Lo que comenzó como una iniciativa municipal para atender la creciente población canina de Vigo ha evolucionado hacia un conflicto que pone en evidencia las limitaciones de la participación ciudadana y la persistencia de modelos urbanísticos obsoletos.
Diciembre 2024: La gran promesa municipal
9 de diciembre de 2024 marca el inicio oficial de esta cronología, cuando el alcalde Abel Caballero anunció la creación de una red de nueve parques caninos distribuidos por toda la ciudad.
El proyecto incluía ubicaciones en Navia, Faisán, Barreiro, Ribadavia-Pizarro, A Bouza, Atalaia, María Xosé Queizán, Avenida Castelao y O Calvario. Barreiro fue designado como la primera ubicación, con un espacio previsto de 1.105 metros cuadrados. Sin embargo, desde el primer momento, esta elección generó inquietudes entre las familias con perros de la zona de Lavadores, que consideraron inadecuadas tanto las dimensiones como la localización propuesta.
Febrero 2025: La consulta ciudadana limitada
El 13 de febrero de 2025, el Concello puso en marcha una consulta ciudadana a través de su página web para recoger la opinión de los vecinos sobre la futura red de parques caninos. La encuesta buscaba conocer valoraciones sobre ubicaciones, dotaciones, estructura y tamaño de las instalaciones.
Sin embargo, esta consulta reveló desde el inicio sus limitaciones estructurales. Como denunciarían posteriormente las familias de Barreiro, la encuesta no permitía valorar la idoneidad de los emplazamientos específicos ni cuestionar las dimensiones propuestas.
Durante este mismo período, expertos en comportamiento animal y etología comenzaron a expresar sus criterios sobre cómo deben ser los parques caninos. Xiana Costas, veterinaria especializada en comportamiento canino [fuente: La Voz de Galicia], señaló la importancia fundamental de que los parques fueran "muy amplios, lo más amplios posibles, con zonas verdes, sombras, fuentes y bancos", advirtiendo que "suelen ser demasiado pequeños y no se tiene en cuenta cómo se relacionan los perros".
Marzo 2025: La propuesta ciudadana alternativa
10 de marzo de 2025 representa la fecha más significativa en la movilización vecinal. Un grupo de familias con perros de Barreiro-Lavadores, organizadas de manera apartidista, presentó por registro municipal una propuesta técnica alternativa respaldada por 108 firmas de familias con perros de la zona.
La propuesta alternativa era ambiciosa y técnicamente fundamentada. Planteaba duplicar la superficie del parque hasta los 2.200 metros cuadrados y reubicarlo en una zona más tranquila del mismo parque de Barreiro, alejada del ruido de las instalaciones deportivas y de la proximidad a la carretera.
El documento vecinal no se limitaba a cuestionar el proyecto municipal, sino que ofrecía una alternativa completa basada en criterios de funcionalidad, salud y seguridad, y uso responsable del espacio público. La propuesta aprovechaba una zona menos utilizada que ya era empleada espontáneamente por muchas familias para disfrutar con sus perros.
La fundamentación técnica de la propuesta vecinal era sólida: argumentaba que 2.200 metros cuadrados representaban "el mínimo necesario para que el parque canino sea funcional", permitiendo que los perros corrieran, jugaran y socializaran sin aglomeraciones, reduciendo el estrés y el riesgo de conflictos.
El mismo día en que se presentó la propuesta alternativa, el Concello divulgó los resultados de su encuesta, alegando una “alta aceptación” basada en 894 respuestas. Sin embargo, con solo 894 participantes frente a una población potencialmente afectada de más de 96.000 personas (considerando dos cuidadores por cada uno de los 48.170 perros censados), la muestra representaba apenas el 1% de los directamente implicados. Además, la coincidencia temporal no pasó desapercibida para las familias movilizadas, que interpretaron la maniobra como un intento de dar por cerrado el debate justo cuando se presentaba una alternativa bien fundamentada.
Abril-Julio 2025: El silencio administrativo
Los meses siguientes se caracterizaron por un silencio administrativo absoluto por parte del Concello ante la propuesta vecinal. Durante cinco meses, las 108 familias firmantes no recibieron ninguna explicación ni argumento técnico que justificara el rechazo de su alternativa.
La falta de respuesta institucional contrastaba con el compromiso público del alcalde sobre la importancia de la participación ciudadana en el diseño de estos espacios.
Agosto 2025: La confirmación del proyecto original
28 de agosto de 2025 marcó el punto de inflexión definitivo del conflicto. El alcalde Abel Caballero anunció que la Junta de Gobierno Local aprobaría el proyecto constructivo del parque canino de Barreiro, manteniendo exactamente las mismas especificaciones originales.
El proyecto aprobado mantenía todas las características que habían sido cuestionadas por los vecinos: destrucción de un espacio ya acondicionado para uso humano, ubicación excesivamente soleada, proximidad a la carretera y a instalaciones ruidosas, alto tránsito peatonal, y una superficie manifiestamente insuficiente.
La decisión municipal evidenció que la consulta fue solo una fachada: la participación fue simulada y las propuestas reales de las familias jamás tuvieron oportunidad de ser consideradas.
Septiembre 2025: La protesta se hace visible
1 de septiembre de 2025: El colectivo hizo público su "profundo rechazo" ante la actitud del Concello. A través de un comunicado respaldado por las 108 familias, denunciaron que la administración había "ignorado la propuesta técnica fundamentada" después de cinco meses de silencio administrativo.
El comunicado fue contundente: "Se nos invita a participar, pero no se nos escucha. Abrir un proceso de participación para no hacer caso alguno a lo que la ciudadanía aporta es una incoherencia institucional difícil de justificar".
14 de septiembre de 2025: Las familias con perros de Barreiro llevaron a cabo una concentración simbólica que se convertiría en la imagen más potente del conflicto. Los manifestantes delimitaron físicamente en el terreno el espacio real que ocuparía la instalación municipal, demostrando de manera visual las dimensiones que consideraban ridículamente pequeñas.
La concentración incluyó pancartas con mensajes claros y directos: "Unidos por un parque canino digno", "Os cans queren herba, os cans queren terra", "Por un parque de verdad, no un corral de ciudad" y "Menos agility y más espacio abierto". Una de las frases de la jornada fue la de una vecina que resumió la situación: "Nuestros perros no entienden de política, pero sí van a notar si pueden correr o si están encerrados como gallinas". La protesta puso en evidencia la magnitud real del problema: en la zona de Lavadores conviven cerca de 3.000 perros según estimaciones vecinales, siguiendo la proporción general de un perro por cada seis habitantes en la ciudad. Sin embargo, el parque proyectado, diseñado al mínimo, ya estaba obsoleto antes de construirse, condenado desde su origen a ser insuficiente y disfuncional para las necesidades reales de la comunidad.
Octubre 2025: La escalada del conflicto
28 de septiembre de 2025: El conflicto alcanzó una nueva dimensión cuando las familias de Barreiro exigieron formalmente la paralización del proyecto ante el Concello y la Valedora da Cidadanía. El documento registrado denunció que la administración municipal justificaba el proyecto basándose en la NTJ 15G (del 2015), una guía técnica de jardinería considerada obsoleta que establece un mínimo de apenas 442 metros cuadrados.
La crítica vecinal no se limitó al caso de Barreiro, sino que cuestionó la coherencia de toda la red de parques caninos. Según su análisis, varios de los parques proyectados o en ejecución ni siquiera alcanzaban ese mínimo técnico desfasado: Pizarro (365 m²), Atalaia (380 m²), Castelao (331 m²) y Calvario (363 m²). Esto confirmaba, según los vecinos, que se trataba de "una red de jaulas y letrinas concebida como espacios mínimos e insuficientes para los casi 50.000 perros que viven en Vigo".
Las demandas fueron claras y contundentes:
• Paralización cautelar inmediata de las obras por considerarse injustificado destinar 170.000 euros a un recinto concebido con criterios obsoletos.
• Creación de un grupo de trabajo técnico y vecinal que integre a etólogos, veterinarios, educadores caninos, diseñadores urbanos y representantes de las familias para evaluar tanto el proyecto de Barreiro como toda la red de parques caninos.
Conclusión: La necesidad de una nueva cultura de la participación
El conflicto del parque canino de Barreiro trasciende las dimensiones específicas de un espacio de esparcimiento para mascotas. Representa un microcosmos de los desafíos de la participación ciudadana en las democracias locales del siglo XXI, donde las administraciones deben equilibrar la eficiencia en la toma de decisiones con la demanda ciudadana de mayor implicación real en los procesos que afectan a su vida diaria.
Las 108 familias de Barreiro-Lavadores han demostrado que cuando la ciudadanía se involucra de verdad en el diseño y la toma de decisiones, pueden surgir propuestas técnicamente sólidas, económicamente viables y que responden a las necesidades reales de la comunidad. Participar no debe ser un trámite, sino un derecho esencial para construir espacios públicos que realmente beneficien a todos.
La cronología de este conflicto revela la urgente necesidad de evolucionar hacia modelos de participación más abiertos, transparentes y realmente inclusivos. En una ciudad con casi 50.000 perros registrados y una población que demanda espacios dignos, las decisiones no pueden tomarse desde despachos alejados de la realidad cotidiana de quienes mejor conocen las necesidades reales.
El futuro de la convivencia en Vigo dependerá de la capacidad del Concello para escuchar, dialogar y integrar las aportaciones ciudadanas en beneficio de toda la comunidad. El caso de Barreiro puede convertirse en un punto de inflexión hacia una cultura más participativa, o en un precedente de cómo las buenas intenciones iniciales pueden derivar en conflictos evitables cuando no se respeta la voz de quienes viven día a día las realidades que pretenden regularse.
Las familias con perros de Barreiro no han pedido imposibles, sino espacios funcionales, seguros y dignos para la convivencia. Su persistencia, fundamentación técnica y capacidad de organización merecen ser escuchadas no como favor institucional, sino como derecho democrático fundamental.
La última palabra aún no está escrita en esta cronología. Queda por ver si las instituciones viguesas serán capaces de evolucionar hacia modelos más participativos o si, por el contrario, mantendrán enfoques que generan conflictos evitables y desaprovechan la sabiduría colectiva de una ciudadanía comprometida con el bienestar común.